martes, 3 de agosto de 2010
empiezo a leer. cualquier cosa, algún recorte, un libro viejo, nuevo, lo que sea, y ahí nomás empieza el cosquilleo y las ganas de levantarse a hacer lo propio. un poco robando lo que leí, otro plagiando algo que ya hice o empezando a contar que me hubiese gustado pasar la infancia en mataderos o vélez, tener las rodillas lastimadas de ripio y la remera manchada con algún pelotazo de fútbol o algo así, barrial, de calzoncillos slip color bordó. pero no, yo miraba televisión y como mucho ensuciaba las medias blancas con el hollín que juntaba el parquet. ahí nomás, sin preámbulo ni mucha cosa, salen las ganas de hablar de vos, de que tus ojos son oscuros, de que todavía me das miedo y que no aplico lo que mi terapeuta me dice al respecto. no sé. como si pensara que cuando no te escribo te soy infiel, en una especie de poligamia literaria que no te merecés. la verdad es que cuando te escribo estás cerca, aunque estés lejos.
miércoles, 28 de julio de 2010
bette davis
bette davis siempre me pareció sobrevaluada, sus ojos nunca me gustaron demasiado. siempre preferí los de ella, que eran oscuros y se me clavaban entre las cejas. después llegaron los tuyos, de un oscuro más profundo aún, de un demoníaco contraste con el blanco de tu piel que me quedaron prendidos en la memoria. el resto son puro cliché, mezcla de ustedes dos que tanto marcaron sus miradas en mi sien.
martes, 27 de julio de 2010
la dependencia de servicio, la música y yo. te invitaría un café, preparado, de filtro porque te lo merecés ahora que ya no sos el malo de la película. que me cuentes cómo te rompieron el corazón otra vez, que te explique que eso no es amor, no es amor (es-una-ob-se-sión). escribiría renglones llenos de cosas lindas para vos, ahora que sé que no sabés leer.
jueves, 22 de julio de 2010
me gusta la luz que entra por la ventana a la siesta. el blanco empasta las paredes, el acolchado, la cama, el gato, la planta. me siento un poco más cerca de las fotos que guardo en el escritorio, los dibujos en el cuaderno, los secretos debajo del colchón. sofía me remarca que los poemas de bukowski se leen más lindo cuando son en inglés, la interminable discografía de the cure. movistar informa: "usted no tiene ningún mensaje, no insista. en serio.". tres de la mañana en mi cama, te demorás en volver. nunca te fuiste, nunca te tuve.
martes, 11 de mayo de 2010
ctrl + esc.
Todo se reduce, más o menos, a escaparse. Salgo de casa a la siesta, recién levantado y con un café con leche en el estómago, para llegar al tumulto de una oficina atestada de gente. Aprovecho que soy invisible/inservible y me escapo. Corro de mí mismo para olvidarme que existo, para fumar en la plaza o terminar viendo chastrines murales de pseudo-artistas de mala muerte.
Confieso que tengo la fantasía de que me vengas a buscar, que me despeines un poco las ideas misántropas y me tires el humo en la cara; en una suerte de despavilo 6 p.m. Pero está claro que vos no vas a venir, ni tampoco la vecina del quinto, que hace mucho que no la veo (¿se habrá mudado?). Como mucho, vendrá algún guardia del museo a recordarme que en este lugar se encuentra "TERMINANTEMENTE PROHIBIDO LLORAR". Forros. Nunca entenderían los tremendos problemas de una burguesía que llora porque no tiene motivos para llorar. Me seco las lágrimas en la manga de la remera, subo las escaleras y me escapo. Qué difícil se hace escaparse en una ciudad que escribe tu nombre en todas partes.
Confieso que tengo la fantasía de que me vengas a buscar, que me despeines un poco las ideas misántropas y me tires el humo en la cara; en una suerte de despavilo 6 p.m. Pero está claro que vos no vas a venir, ni tampoco la vecina del quinto, que hace mucho que no la veo (¿se habrá mudado?). Como mucho, vendrá algún guardia del museo a recordarme que en este lugar se encuentra "TERMINANTEMENTE PROHIBIDO LLORAR". Forros. Nunca entenderían los tremendos problemas de una burguesía que llora porque no tiene motivos para llorar. Me seco las lágrimas en la manga de la remera, subo las escaleras y me escapo. Qué difícil se hace escaparse en una ciudad que escribe tu nombre en todas partes.
domingo, 2 de mayo de 2010
canciones como oráculos
-"Las canciones son como oráculos"- me dijeron. Vine a entenderlo tiempo después. No es una teoría demasiado complicada: entrás en un bar y pasan un tema, te retuerce las entrañas y te recuerda aquella vez que hacía frío y te regaló una sonrisa. El tema pasa, y da lugar a otro que es aún peor, que te retumba en la cabeza y se ríe un poco de que vos todavía te acordás de la noche sobre la cama, mirando el techo, escuchando un disco, en silencio para no decir lo que ninguno de los dos quería escuchar. Así pasan las canciones, pedís un whisky (nacional porque es más barato) y ahora el gusto amargo es doble.
"Canciones como oráculos" pensás, y te das cuenta que hay cosas que no se pueden borrar. Que quedan rastros de perfume en el sweater, en la funda de la almohada, en el libro que te presté, en la película que no vimos. En las fotos que nunca me mostraste, en los paquetes de cigarrillos que nos terminamos hablando de los años sesenta, en que antes la gente era mejor y que no sabemos qué queremos.
Te pienso como la cámara Polaroid que nunca compraste, como el día que quería que llueva y salió el sol, como pullóveres de feria americana. Un cuadro de Basquiat. Todo. Nada.
"Canciones como oráculos" pensás, y te das cuenta que hay cosas que no se pueden borrar. Que quedan rastros de perfume en el sweater, en la funda de la almohada, en el libro que te presté, en la película que no vimos. En las fotos que nunca me mostraste, en los paquetes de cigarrillos que nos terminamos hablando de los años sesenta, en que antes la gente era mejor y que no sabemos qué queremos.
Te pienso como la cámara Polaroid que nunca compraste, como el día que quería que llueva y salió el sol, como pullóveres de feria americana. Un cuadro de Basquiat. Todo. Nada.
martes, 27 de abril de 2010
contemporáneo
deberías, entonces, tenerme más miedo
y saber que podría, si quisiese,
erguirme cual Silvia Luna,
[martillo de carne en mano]
y aplastar tus ínfulas y demonios.
sanseacabar tu masa cerebral para que entiendas,
de vez por todas,
que eso-no-se-hace.
y saber que podría, si quisiese,
erguirme cual Silvia Luna,
[martillo de carne en mano]
y aplastar tus ínfulas y demonios.
sanseacabar tu masa cerebral para que entiendas,
de vez por todas,
que eso-no-se-hace.
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