jueves, 15 de mayo de 2008

el por qué de las flores

Probablemente todo partía del miedo a que te alejes. Veía en ellas el paso del tiempo y los vaivenes del vos-y-yo. En un comienzo, todo tan fresco, cautivador, misterioso. Luego habituarse a la presencia estática en un rincón, el acostumbramiento a la presencia inmóvil, la rutina de la belleza. Entonces la pérdida de color, la falta de aromatización, la definición de bordes ya amarillentos y la aparición de seres ajenos en el agua que se interponían en lo logrado anteriormente. Qué desesperación cuando noté que los pétalos comenzaban a caer y yo no podía hacer nada al respecto. La marchitación es un proceso incancelable. Entonces el enojo de que hayan durado tan poco con lo costosas que salieron (se trataba de lirios, mis [tus] preferidas). Eventually, lo más razonable: deshacerse de ellas porque ya no alumbraban, ya no adornaban la sala-comedor-dormitorio, sino que la entorpecían con su hermosura decolorida y putrefacta. Inconcluso final en el bote de basura, donde nadie las recogería para llevarlas a casa y terminarían, inevitablemente, en un montón de otras flores marchitas que esperarán en vano por una resucitación de sus hojas. Es ahí donde reside el por qué nunca te regalé flores. Vislumbraba en ellas nuestro desesperante comienzo-final.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez escribí cuentos, uno o dos.
Igual no se los muestro a nadie, me apenan un poco digamos.
La cosa es que tenían un tinte (de fealdad, obvio, proviniendo de nosotros) muy parecido a este.

Sos un horreux.
¿Seguís vivo? ¿Cómo hacés?

Anónimo dijo...

Ah, pero aclaro: este me gustó.

Barrabasada dijo...

te odio este cuente me hzo llegar una edentificacion del 100% y no jodo le dike a mi novia que no le regalria flores porque son caras y no sirven ...que era mejor siempre un libro.
.cosa terrible me acaba de cortar.
Asi estan las cosas...pero espero que ella vuelva como siempre.
escribi obore las novias que no vuelven ... y te mato.

Daneri dijo...

Si vas a atar mentalmente la temporalidad de tu relación a la duración de un presente biodegradable, por más socialmente aceptado que esté, no le regales un órgano sexual vegetal... mejor regalale una planta y cuidala mucho, mucho.
O bombones, y el tiempo quedará en Uds. (aparte son ricos).
O sino regalale una tortuga y que la muerte los separe.

Nadia Navarro dijo...

A pesar de estar en un estado de muerte biológica, hay una vitalidad semipermanenete desde el momento en que esas flores viejas, marchitas, en desuso, con su sola observación nos remiten a recuerdos de vida. La muerte es un estado más. Nunca hay fín en ella; en lo personal, confieso que es casi un honor poder tenerlas, aunque ya no tengan signos tan vitales de existencia.

Muy agradable pasar por aquí.
Espero poder volver.
Saludos. :)

Ya estoy muerto dijo...

Marchita Flores, Marchita amores. Dice mi vieja.

Podés usarla de señalador; pero necesitas muchos libros.

Pelotudo.

Andá a llorar a la puerta del diario.

La Luna dijo...

Ahora me replanteo inevitablemente cuánto me gusta que me regalen flores. Las que tengo solamente se conservan aplastadas entre libros de tapas duras, cayendo al piso en el descuido de correr cosas por no recordar que estaban ahí. Hasta el recuerdo que encarna una flor que nunca se tira a la basura es efimero. Por más que nunca olvides a quién, cuándo y dónde. Todo perece, el amor, las flores, y lo significativo de los recuerdos que se marchitan entre la página 88 y 89 de un estante. Ningún objeto encarna ningún amor. Never ever.

Una vez más, hermoso lo suyo (anque triste). Saluditos.

Val dijo...

Qué cierto!!
Igual son lindas mientras duran... pero después es triste tener que tirarlas.

Val dijo...

Me olvidaba. Hay un regalito para vos en mi blog ;) Pasate y mirá.

... dijo...

Tan real...
me encanto lo que escribiste...
yo tampoco guardo flores marchitas, tengo demaciado con guardar amores putrefactos entre los recuerdos...