domingo, 30 de agosto de 2009

(son multitud) III - vol 2

Esa noche, entre restos de gusto amargo y de cigarrillo en la parada del colectivo, chateé con ella durante varias horas. No me olvido, fue una conversación adolescente como tantas otras hablando de sueños, de veranos en el balcón, de alcancías donde nos ahorraríamos las lágrimas y cuántas cosas más que podrían decirse un par de púberes que recién se conocen. El olor a año nuevo se acercaba desde la ventana, el calor del verano humeando aún después de las diez de la noche y la gente tomando cerveza en el bar de enfrente, visibles desde mi ventana. Al día siguiente ella partía de vacaciones.
Llegó año nuevo, las fiestas se fueron y con el mes de enero empezó el aburrimiento. Había dejado de trabajar hace un par de días y una pequeña gran suma de dinero esperaba ser usada en mi alcancía. A sabiendas de que mis días no iban a mejorar, me sumé al viaje de mi hermana al país vecino de Chile con los pesos contados y sin saber a ciencia cierta qué iba a hacer. El plan duraba 5 días, el tiempo que me mi hermana iba a quedarse junto a su esposo en un hotel. Yo por mi parte me alojé en un hostel a veinte minutos de la playa, en una zona de bohemios y músicos, de bares y de ratas. Así pasé mis primeros cuatro días, recorriendo las calles, comprando antigüedades, escuchando a alguna que otra banda en un bar. Finalmente me decidí a ir a la playa, a caminar y encontrarme a tanta gente de la que me había querido alejar. Entre todos ellos, claro, estaba ella sentada un grupo de pseudo-musculosos de pelos lacios y perfectos, de bronceado caribeño (aún en Chile) y sonrisas publicitarias. Yo, por mi parte, tenía algunas ampollas en la nariz por culpa del sol, los ojos vidriosos y el pelo lleno de arena y sal. Nos sentamos a charlar por un rato, yo entre pelotas de rugby ajenas y conversaciones insoportables mientras ella se peinaba con ayuda de un espejito de mano. No fue nada especial, pero quedamos en que, probablemente, coincidiríamos en el mismo lugar a la noche. - "Ok, está muerta conmigo."- pensé. Qué pelotudo.

3 comentarios:

el baterista que escribe dijo...

si thomas mann hubiera escrito "la muerte en viña del mar" (ponele) en vez de "la muerte en venecia" seguramente su novela tendria este color.. de la nostalgia y soledad, de esta vacacion atemporal, de este camino introspectivo donde descubrimos el punto debil de la enfermedad, donde la muerte de algo es inevitable, aun asi, deslumbrante..




gustome
claro que si

Anónimo dijo...

ponele onda segui, quermos mas detalles de ella, de su personalidad, sus gustos, mas interaccion entre ustedes dos y menos sentimientos por parte tuya, dale no te hagas el loco

Anónimo dijo...

Amo tu blog y más q nada tu personalidad q trato de descifrarla a través de los textos. Será que me caés bien porque te gusta el café, los cigarrillos y los gatos.. o q a tu primer amor lo conociste por internet jajaja ..suele pasar.. hace más de 1 año que leo tu blog: ME ENCANTA. Ojalá llegues muy lejos, nunca dejes de escribir. Un beso. Erica.