miércoles, 9 de julio de 2008

Bruges

Detenerse en el puente a mirar su reflejo en el "Lake of love". Brujas no parecía un lugar tan especial sin nadie con quién compartirlo. Desde donde estaba podía observar la nieve caer arrogante sobre el lago y las autopistas belgas alzándose por encima de aquel pueblito detenido en el tiempo. Parecía de noche bajo la sombra de los árboles y los cisnes se amontonaban en los espacios aún no congelados del agua. Caminar siete minutos atravesando el Minnewater Park por entre los arbustos y llegar al desolado empedrado de la calle. Es fácil perderse cuando no se tiene lugar a dónde ir, especialmente cuando no hay nadie que espere más allá de los molinos de viento. Entrar en algún café que todavía estuviera abierto y pedir un té para calentar el alma que empezaba a escarcharse con el hastío del frío. Cincuenta centavos de propina, ponerse los guantes y entrar en la Catedral a sentarse por unos minutos, por lo menos hasta que el calor volviese a circular hasta la punta de los pies. Rezarle a ningún santo era un plan poco tentador y la llama de la eucaristía parecía reprocharle cada segundo que ocupaba el banco del pasillo principal, acusándolo de hipócrita después de tantas cosas que había dicho contra la Iglesia. La mirada punzante bajo las espinas ensangrentadas miraban con lástima su cara perdida en el invierno, su desdicha de viajero eterno que no encuentra lo que busca (y que pierde lo que encuentra).
La ráfaga de aire en el atrio traía consigo una mezcla de melancolía y nevada de atardecer que prometía congelarle los huesos si permanecía más tiempo mirando como poco a poco los faroles se encendían sobre las peatonales belgas. "Una cerveza, por favor" y sentir la espuma entre los labios, el deslizar suave por el paladar y hasta el centro del estómago. Dos, tres, siete y pagar con los últimos euros la curda nocturna. Deambular por la calle, tropezando entre los adoquines hasta volver al punto de salida, al lugar que se hacía más familiar: la estación. Esperar a la sombra nocturna de un vagón que llegue el primer tren de la madrugada. Prochaine arrete: Bruxelles. Quizás allá encuentre lo que (a quien) buscaba, quizás allá se sintiera como en casa...o no.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tommy Wursdddshisnskst
Producción.


No debés uno en Oruro.

QSUM dijo...

Me encanta como escribís, tengo una sola observación, (burguesa y frívola como suelen ser todas mis observaciones) no soporto que los textos no estén justificados.

Ah, el diseño de tu blog es realmente bello.

Ya estoy muerto dijo...

Tendría que haber un Sovietico sin dientes, perdido en la estación (y otro poco en el Vodka), para ser un texto perfecto.

Introspección ajena.

Puto.

Barrabasada dijo...

svoietico perdido
creyente en el comunismo aun cuando desaparecio
eso.
EM encanto
muy triste
te acercaste un poco mas o algo, a Dostoyevsky esta vez..tenes sus ctos?
te los paso son muy asi.
pero de 20 paginas.
jeje.
otra csita:
te amo.

Celeste Cielo dijo...

ya lo voy a leer

te extraño pendejoooo

qiero verte verte verte y que hablemos de nuestras fotos y de las toqadas de concha

beso gorrr

no mentira

hasta pronto tomcito

La Luna dijo...

Además de darme frío y ponerme un poco triste (tristeza que se agredece cuando las palabras llegan a algún lado) me dejo una enorme sensación de soledad. Enorme.

Saluditos.

vic dijo...

cómo me gusta la palabra adoquines.
y cómo usás la palabra adoquines.

vos sin vos
la historia eterna.